Anoche tuve un sueño en el que me fue revelada la Verdad.
Todo ocurrió en un instante. Un resplandor enceguecedor, y supe la tan ansiada
Verdad. Ahora conozco los designios del Universo. Ahora sé verdaderamente
quién soy yo. Lo sé todo.
Y ya nada importa. Nada me importa este planeta, un grano de polvo en la
inmensidad del Cosmos. Nada me importa la Vida, ese curioso accidente de la
materia. Menos aún me importa mi vida, que ahora carece totalmente de sentido.
Mi cuerpo ya no es sino un estorbo.
Sé que no volveré a moverme. Moriré de a poco, silenciosamente, de hambre y
de sed.
Soy feliz.
Buenos Aires, agosto de 1994