Estaba yo mirando anonadado
El gran río de hielo de tu nombre
Pensando, no habrá nada que me asombre
Como este monumento congelado.
Estaba equivocado. No sabía
Que el Destino, en jugada contundente
Te había colocado exactamente
En el mismo lugar, el mismo día.
Me llamaste y te vi; en ese instante
Se evaporó la tierra, el lago, el hielo;
Quedamos sólo vos y yo y el cielo;
Ya nada nunca fue como fue antes.
Sea por siempre alabado el buen Destino
Que te puso de nuevo en mi camino.